He tenido que esperar y siempre esperar.
Decidí no esforzarme por avanzar y me senté a esperar.
Quise decir tantas cosas pero me dediqué a esperar.
Juego con los tiempos, me mantengo en donde estoy y espero. La vida me entregará lo que desee y por simpatía, muchas veces será lo que necesito, por eso debo esperar.
Y aunque no haga nada, el hecho de observarte pasar manteniendo mi expresión, diciéndole al corazón que calme el latido agresivo contra el pecho, ordenándole a la mirada que busque un punto fijo y convenciendo a la mente de que está bien esperar; estoy haciendo todo y más por conseguir el interés del destino raudo, esquivo y avergonzado de mirarme a los ojos, de sentir mi piel helada, de oler el perfume de mis nervios insaciables, de conocer el sentido de caminar sobre mi vientre y de indagar profundamente el sonido de mi voz.
No dejo de pensar en aquel segundo en el cual me adentré en un profundo mar, lleno de tormentas, lleno de peligros, lleno de misterios.
No dejo de pensar en aquel segundo en el que conocí el verdadero sentido de estar vivo... solo vivir, solo sentir...
A veces pierdo el norte y muchas más pierdo mi sur, deseo con tantas ganas repetir y repetir mis errores, quiero con todo el corazón encontrarte en tu rincón tan tímido y pequeño como en los pasados ciegos.
No dejo de convencerme de los pensamientos ofrendados a mi locura y pasión, no dejo de sentir tan fuerte como sentí hace siglos atrás...
Vuelve pequeña inspiración pecadora, vuelve respiro intenso e infiel, vuelve querida enfermedad de prohibiciones.
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