A veces hay que dejar que las cosas pasen, que la vida te lleve por sus recónditos senderos y solita se encause.
A veces hay que soltar todo y entregarse al ritmo del viento, que certero te dejará en la puerta de la claridad.
Ultimamente mi cabeza es un océano bravo y enardecido de ideas, conclusiones, análisis, estrategias, culpas, esquemas, edades, cuadrados; y mi corazón una tormenta de anhelos, sensaciones, emociones, deseos, pasiones, confusiones, amores, culpas, edades y tantas cosas turbulentas que me dejan en una orilla media moretiada de tanto luchar en contra.
Ahora creo que me debo tomar de la mano y acompañarme. Ya es suficiente de ir en contra de lo que me dice el corazón y de lo que me aconseja la cabeza. Debo obedecer a mis pies y caminar hacia donde me quieran llevar; debo dejar en libertad a mis manos y que solas puedan palpar cada rincón del universo que les plazca...
Un sabio en el camino me dijo que hay que entregarse al caos, hay que lanzarse, dejarse llevar un poco por la corriente y no luchar y luchar contra ella. Cosa que encontré bastante cuerda ya que me he dedicado a arreglar cagás y a intentar llevar las riendas de todo, lo que ha causado mi colapso en todo orden de cosas.
Luego otro ente, enfrascado en el mismo cuerpo me sugirió que jugara más, que le agarrara el poto a la vida...
Creo que es eso lo que busco y lo que encontré en los profundos y en las infinitas.
Los nervios del comienzo, las manos temblando, lo calentito de los cachetes, me sonrojo.
La conversación densa con los chistes entremedio, el llanto seguido de la risa, no decir lo que se debe y estar ni ahí.
El beso apasionado, el desenfreno, bailar lento, bailar pegadito, bailar.
La oscuridad, la música, el olor impregnado en mi piel, el deseo de encontrarme por donde sea que valla, el recuerdo del ayer en contraste con ahora, la infancia, la adolescencia, las hormonas, el querer.
Yo creo que de un 100% de las personas, el 95% se fija en el ente "normal", en lo fácil y probado del enfrentamiento a un ser común, del 5% restante un 3% se fija en la persona "rara", en la persona que sale de lo cotidiano del universo, en esa que llama la atención en donde valla sin quererlo ni desearlo, esa persona que se maravilla con lo pequeño de la vida y lo vuelve tan magno como el planeta tierra, esa que con una canción puede decir y no decir tanto, la que no separa el corazón de cada uno de sus actos, hasta los mas insignificantes, esa persona que vive intensamente la lluvia, el sol, el frío y el calor, la que tiene gustos tan comunes y corrientes y tan extravagantes a la vez, esa persona que no teme demasiado a decir lo que piensa y lo que siente, esa persona que le teme a que la miren a los ojos pero que cuando alguien lo hace se encanta y se entrega sin reparos, esa persona que admira unos peculiares ojos, unas gélidas manos, unas privilegiadas margaritas, que ve un alma vieja en un frasco tierno...
Y ahí está la diferencia, por un milisegundo, por una hora, por una noche o por la vida completa, ese 3% eligió algo que sale de la norma, algo que va más allá y que es tan obvio y latente, que el tomarlo en cuenta hace que todo sea distinto.
Las cosas solo pasan y hay que dejar que pasen.
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